13. Carretera de Ganzi a Derge: “Acojonao” a 4.916 metros.
Lo mío no es el fútbol, pero reconozco que el mundial de este año en Sudáfrica me ha enganchado un poco, sobre todo cuando juega la selección. No soy un apasionado pero me gusta verlo algunas veces. Y anoche, jugaba la selección a las 2:30 de la mañana(20:30 en España).
Pues me acosté sobre media noche y me desperté para ver el partido, que terminó a las 4:30, con victoria de la selección sobre Paraguay. Total, me duermo sobre las 5 y me levanto a las 7, ya que teníamos una dura jornada de viaje. Dormí un total de 4 horas, con lo cual, presentía que iba a pagar mi atrevimiento al ver el fútbol, y así fue.
Nos desplazamos a la “estación de autobuses” de la ciudad, por llamar a aquello estación, sobre las 7:30. Aquí unos nos dijeron que el autobús llegaba a las 8, otros a las 8:30 y otros a las 9. Así que no hicimos caso a ninguno y nos fuimos a las 7:45. Llegó a las 8:10. Aquí no hay horarios exactos ni es seguro si el autobús vendrá o no. Si viene con plazas, para. Y si viene lleno, no para y te tienes que buscar la vida o esperar al día siguiente. Así se funciona en el Tíbet con respecto a los medios de locomoción. Lo cual siempre es duro para nuestras mentes occidentales donde todo esta medido y controlado por el horario.
El autobús es aceptable, espartano, con asientos, ventanas y un pasillo lleno de basura de los pasajeros… Y funciona, que es lo importante. El conductor, un bestia de 2 metros y 120 kgs., ni nos mira; nos cobra y punto. Unos 7 euros un trayecto de unos 200 kms. y duración de 8 horas!!!!!!!!!!!!!!! Trayecto Ganzi a Derge.
Nos dirigimos a Derge, cada vez hacia el centro del país, a una zona remota y hostil pues las montañas son cada vez más altas. Somos los únicos extranjeros en la ciudad y en el bus. En una semana hemos coincidido con 4 extranjeros en total por el país. Este no es un recorrido muy popular, ya que es muy duro, pero tiene la contrapartida de que es el Tíbet más auténtico. Los circuitos turísticos van a Lhasa en avión o tren, te desplazan en 4X4 por los alrededores, hotel, comidita, guía chino y de vuelta a casa con un montón de fotos del Tíbet que te han dejado ver el gobierno chino.
Ya he comentado que en Tíbet no hay ni una sola carretera en condiciones. Pocas están asfaltadas y las que lo están, tienen grandes socavones, baches, piedras sueltas, debido a las inundaciones y falta de mantenimiento, y al poco interés del gobierno por desarrollar el país, a no ser que sea su capital, Lhasa, que tiene ya un tren directo a Pekín, la línea férrea más alta del mundo.
Las de esta zona son todas pistas de arena y barro y muchísimos baches. El que haya estado en mi casa del campo, y haya visto el carril de acceso (que tanto asusta a algunos/as), me refiero a la parte no asfaltada… pues en el Tíbet las carreteras principales son exactamente así o peores. Es decir, que hoy por ejemplo hemos recorrido 200 kms. de pista como esa a unos 40 kilómetros por hora y a alturas realmente que “acojonan”.
Os explico el panorama:
Primera parte del viaje, unos 100 kilómetros. La pista, criminal, igual te descoyuntas el cuello o las vértebras, unos socavones cogidos a esa velocidad hacen que saltes literalmente del asiento unos 20 centímetros y así todo el trayecto, os lo juro. Puede parecer exagerado, pero son las carreteras en peor condición que he visto en mi vida. Una tortura. No hay forma de cerrar los ojos un solo minuto. El conductor, con la misma cara del monje ese poco sonriente, pone unos vídeos musicales chinos-tibetanos, “tanto monta- monta tanto”, aparte de patéticos, a un volumen descomunal. Así 3 horas de camino… Creo que ni los americanos en la base de Guantánamo hacen ese tipo de torturas con los presos islamistas. Una cosa inhumana. Y allí el resto del pasaje ni se inmuta. Una pesadilla de verdad.
Segunda parte del viaje. Y comenzamos a subir. Quita los puñeteros vídeos y pone un programa de cómicos o algo así, similar a nuestros programas donde salen El Dúo Sacapuntas, los Hermanos Calatrava, etc. Allí todos andaban riendo a carcajadas… Eso sí, el programita a todo volumen, por si los de atrás no lo escuchaban bien… Seguimos torturados con el ruido… No saben escuchar nada de forma moderada, todo lo que sea música o película es “a toda pastilla”…
Estamos a 3.500 metros de altura de media, y empezamos a subir un collado de 4.916 metros. Se taponan los oídos y algunos sangran por la nariz. Y, lo mejor de todo, un sólo carril para dos sentidos de circulación, y nos cruzamos con decenas de camiones de los grandes, por acantilados que realmente dan pánico y, en una caída, el autobús se desintegraría. No quedaría nada en absoluto, la caída rodando calculo que es de más de 1.000 metros. “Acojonao,” pero el espectáculo maravilloso, se ven glaciares, picos de casi 7.000 metros y un entorno descomunal. Realmente te dices a tí mismo que estás en el techo del mundo, y que eso ocurre una vez en la vida. Y que eres un privilegiado, y que lo bueno se hace esperar y viene con esfuerzo.
Debo reconocer que el conductor, aunque una mala bestia en cuanto al trato con los pasajeros, es un figura, un malabarista del volante, un conductor de primera. (Aquí y en Asia en general, los conductores de los vehículos tratan a los pasajeros como reses, sin importarles si van cómodos o tienen ganas de mear o comer o estirar las piernas… El conductor es siempre el jefe, el macho alfa, y hace lo que le da la gana, para cuando se le antoja… y oye, aquí “ni mú”, nadie protesta… todos resignados, cuadriculados, anestesiados mentalmente con esa Revolución Cultural. )
Y a la vez dan ganas de matarlo. ¿Por que? Porqué el tipo ha subido un puerto de montaña de 5.000 metros (os recuerdo que el Teide con 3.718 metros es lo más alto de nuestro país, y que el Mont Blanc en los Alpes es de 4.810 metros…) conduciendo con una mano, os lo juro. Tiene un guante blanco puesto en esa mano, para que no se le resbale el volante y “nos vayamos todos a tomar por saco”, y con la otra, o iba fumando, o comiendo pipas, unos nísperos o bebiendo como un poseso una lata detrás de otra de Red Bull, la bebida preferida de los trasnochadores y que te pone a tono… Supongo que para no dormirse… Daban ganas de ir y gritarle al oído: “Coge el volante con las dos manos, mamón….!!!”
Éso la subida, que se va de alguna forma despacito… La bajada ha sido la otra prueba. El tipo dándole suaves toquecitos a los frenos, que echaban humo y lo mismo, con una manita al volante, y con la otra a lo suyo. Conseguimos obviamente llegar a nuestro destino tras 8 horas de un viaje terrible, que te quitan las ganas de seguir por el Tíbet auténtico y profundo y mandarlos a todos “a chorrarla”, porque a veces he pensado que el conductor incluso tomaba los baches a propósito…
Y todo este panorama con 4 horas mal dormidas del día anterior…
Y reflexiono, y me pregunto con cierta frecuencia, que por qué me tomo las vacaciones de esa forma, machacándome, llegando derrotado, sucio, hambriento, agotado…Y bueno, ya lo he explicado… Pues que es como una droga, y que luego el lugar, las gentes, las anécdotas, las experiencias, los gestos, las sonrisas, compensan. Compensan y mucho, porque en el fondo te dices una y otra vez que sólo se vive una vez, que ya volverás a casa a la comodidad, a las autovías, a los horarios cerrados, a los compromisos sociales, a vestirte adecuadamente y cambiarte de camiseta y ropa interior a diario, a comer bien, 2 ó 3 veces al día, a ver la tele como un zombi, a navegar por Internet para matar tu aburrimiento o porque a veces prefieres una especie de vida virtual, pues la real con sus rutinas y convencionalismos te ahoga… Y me digo que tengo que intentar mantenerme despierto y ser fundamentalmente honesto conmigo mismo, y que a pesar del estado de bienestar de nuestro primer mundo, tengo que intentar resistir, pues vivimos también nosotros, aunque de forma encubierta, una “Revolución Cultural” que quiere crear un pensamiento único y anestesiarnos y convertirnos en borregos todos de un mismo color y, de paso, matar nuestros sueños.