29.- Desierto del Gobi. Parte 3: La supervivencia.
Jornada 5.- Martes. 27 de Julio.
Dunas del Gobi-Yolin Am Valley: Es media noche. Estoy fuera de la tienda, solo. Todos están ya durmiendo. Hay una luna llena impresionante y el cielo lleno de estrellas. Una suave brisa y un silencio que asusta. Hoy ha sido un día intenso. Se ha mostrado por fin la cara amable de este país. La magia de sus habitantes, encarnados por los nómadas. Aquí hay algo realmente especial y diferente a todo lo que he visto en otros lugares. Y mis colegas de viaje coinciden. Estamos un poco aturdidos aún por todo lo vivido.
Empezó el día con un calor aplastante, 43 grados con una imagen del desierto bellísima, y el espectáculo que teníamos recién levantados era esa cadena montañosa y delante las dunas de arena amarilla, con un sol que le daba unas tonalidades bellísimas. Hacían “cantar” a las dunas….( Singing dunes, Mongolia)
Emprendemos viaje a través de este desierto inmenso y hostil. Hace 38 grados en el interior de la furgoneta con el aire puesto, que por cierto, parece que no funciona muy bien……
Paramos 3 horas después de iniciar la marcha junto a unos cuantos gers de una familia nómada.
Nos acercamos poco a poco, llevamos algo de fruta y caramelos. Las mujeres nos reciben y nos invitan a pasar al interior. Nos ofrecen leche de camello y de yegua, una leche fermentada con unos grados de alcohol llamado “kumis” o “airag”. Los niños se acercan discretamente, 4 o 5 de edades comprendidas entre 1 y 12 años. Una de las mujeres da el pecho sin ningún tipo de pudor a la más pequeña. Una imagen increíblemente natural y llena de espontaneidad y ternura.
Al poco aparecen los hombres, 4 o 5, rudos, sucios, unos vestidos al uso tradicional, otros con vaqueros y camisetas horteras. Vienen de estar con el ganado, nos miran, se sientan y empezamos a compartir algo de comida. Los hombres son mas serios hasta que compartimos una botella pequeña de guisky que llevaba el madrileño con una de vodka que tienen ellos, y aquí se relajan los gestos, empezamos a bromear y se forma un pequeño alboroto de alegría en el interior de la tienda.
Los niños como ajenos, no son el centro de la existencia de las familias. Son uno más, nada de principitos ni reinas de la casa. Son los últimos en llegar y aunque se les cuida, tienen su sitio en el clan familiar y sus obligaciones. Ocupan su lugar, detrás del padre y de la madre. Son respetuosos, silenciosos, alegres, espontáneos…..Encantadores todos. Tras un rato distendido, de repente salen primero los hombres fuera del ger y luego las mujeres….Nos quedamos así un poco cortados pues nos dejan solos en el interior, así que salimos fuera también y vemos que se preparan para intentar “cazar” a los potros de su manada de caballos, para atarlos y poder atraer a su vez a las yeguas con el fin de ordeñarlas.
Y se inicia una persecución a pie, en moto y a caballo de un grupo de caballos…..Participan todos, desde los niños a los ancianos. Las imágenes increíbles de la caza a los potros se sucedieron, y la que más nos impactó, un potrillo que tenía una tremenda herida en el cuello de la noche anterior: un lobo había atacado la manada de caballos y se había tirado a la yugular del más débil, consiguiendo el potro sobrevivir…..Fue increíble de verdad.
No encuentro palabras para narrar la escena. Una coreografía perfecta de todo el clan familiar, una armonía total entre ellos, los caballos y la tierra. Imposible de describir con palabras, ni con fotos, ni con filmaciones. La energía que allí se movió no alcanzo a poder plasmarla. Es una cosa que sólo se puede sentir viniendo aquí, al Gobi. Ni programas del National Geografic, ni Andaluces por el mundo, ni otras historias. No hay atajos. El que quiera sentir algunas cosas imposibles, tiene que hacer acto de presencia aquí. No queda otra.
Nos fuimos de allí atontados. Estábamos todos como anestesiados, un poco aturdidos. En silencio, cada uno con sus sensaciones. Esos momentos mágicos, que no sabes como los vas a contar, y no entiendes muy bien, pero tienes ganas de llorar, no de tristeza, sino por la belleza del momento y el equilibrio perfecto de seres humanos y animales.
Siguiente escena. Nos paramos en un pozo, en mitad de la nada. Un agujero cavado en un desierto, no me cansaré de decirlo, tremendamente hostil. Una manada de cabras y ovejas. Dos adolescentes con unos palos en cuyo extremo hay una cuerda de la que cuelga un recipiente de caucho de neumático a modo de cubo, sacando agua y vertiéndola en unos pequeños aljibes para que el ganado beba. A su lado, una anciana, la pastora, ayudándoles. Una perfecta comunión entre los jóvenes, la anciana y el ganado. Otra cuadro difícil de describir con palabras. Hace falta estar aquí de nuevo, ver el sudor en la frente de los chavales, la anciana junto a ellos, las miradas, el esfuerzo, la dureza del terreno y las tremendas sonrisas cuando te acercas y les filmas. Difícil de olvidar y a la vez, difícil de encontrar una escena cotidiana con tanta belleza, delicadeza y rudeza a la vez, tan perfecta y serena: la tierra, el ganado y dos generaciones colaborando para sobrevivir.
Paramos en el correspondiente poblado desierto donde mi colegas se inflaron de Mongolians noodles….,.para variar….Mas pasta con carne, un plato algo seco, pero que llena bastante. Yo ya no podía más y opté por un par de pepinos, con pan, sal y aceite de oliva que me traje de la tierra. Tanta carne me es intolerable.
Aquí una lata de coca fría cuesta 2 euros, caliente 80 céntimos, medio kilo de pepinos 1, 5 euros….caro para el lugar, pero sorprende poder encontrar estas cosas aquí…
Fuimos saliendo poco a poco del desierto para pasar a cruzar unas montañas, unas gargantas tremendas y bellísimas. Nos bajamos un tramo e hicimos el recorrido a pie. Me tropecé con un perro enorme así de repente; un mastín. Me quedé quieto y me dio por llamarle….Vino a la carrera moviendo la cola, signo de que quería jugar. Al acercarse empezó a saltar sobre mí jugando, me puso perdido hasta que pude contenerle. Se trataba de un cachorro enorme de perro pastor. Solitario, vagando por las montañas, buscando comida y compañía. Me recordó enormemente a mí……..
Llegamos a una garganta donde nunca da el sol, Yolin Am Valley, y hay nieve perpetua, incluso en agosto. Y allí ví perdido también a un lechal que venía buscando a la manada. Nadie de los que allí estábamos le prestaba atención. Me acerqué y le acaricie… Y se tumbo junto a mis piernas y pedía mas caricias y comenzó a rozarme con su hocico….Juro, que me entraron ganas de adoptarlo y tenerlo de mascota, como la Legión….Y hasta se me hizo un nudo en la garganta….Igual se lo comía esa misma noche un lobo….Vaya día de sensibilidades.
Pero ahí no acababa la cosa. Seguimos camino y decidimos pasar la noche con una familia nómada, y la encontramos.
Varios niños de unos 12 años que venían de terminar el día de pastoreo, montando a caballos. Hombres adultos con ellos, y terminando de limpiar a los caballos, quitarles la silla de montar y pasearlos un poco por una era cercana. Las mujeres que nos dicen que van a preparar la cena y nos prestan una tienda ger con 4 camas. Cobran unos 3 euros por cama y 2 euros por un plato de arroz con carne. Para nosotros es algo simbólico..
Te dan ganas de dejarles la mochila, de volver a casa y traerles aún mas cosas.
Para mí el momento mágico: Para prestarnos uno de los gers, los 4 niños entre 5 y 12 años duermen a la intemperie en la caja de una furgoneta pick-up. Me acerco a ellos, es de noche y están dispuestos a dormirse, tapados con varias mantas. Les llevo mi ordenador portátil con la película Mongol y se la pongo. Les doy un caramelo y un chicle a cada uno y se vuelven locos.
La película está en español, pero no les importa y me piden que me suba al cajón con ellos y que me quede. Se me parte el alma. Se quedan completamente hipnotizados con la pelí y me van diciendo los nombres de todos los personajes de la cinta. En definitiva es un héroe para ellos este Gengis Khan y se saben su vida. Es una imagen que jamás podré olvidar.
Estos niños son especiales. Duros, tranquilos y agradecidos. No piden nunca nada, están siempre callados y cualquier acercamiento lo aceptan con una sonrisa. Hasta me he hecho amigo de los tres perros mastines que tienen para defender al rebaño de los lobos. Tres perros gigantes con cabezas de osos. Dan miedo. De hecho, lo primero que un mongol dice al acercarse a un ger que no conoce, es un saludo en su idioma, algo así como…”. NOJOI- JORIO “… que viene a decir…”.hola, que tal….”, pero literalmente significa “sujeta a los perros”….., así que ya os podéis imaginar que el tema de los perros es algo muy serio en Mongolia…..
En esto, que es noche cerrada, veo que bajan unas linternas hacia las tiendas, y me acerco, y veo a mis tres colegas rodeados de unas 8 o 10 francesitas….Y nos quedamos todos como diciendo….Joder ¡!!que país mas surrealista…..!!! En mitad de la estepa mongola, en pleno desierto del Gobi, estamos dormitando en un ger mongol y aparece media clase de “mademoiselles”, “asín” como si nada…..Pero tal como vienen, hola que tal….Que venimos de Francia…,y vosotros…? Espagnoles….ok y hasta luego….Se marchan a su campamento que está al otro lado de la colina….Y mis colegas que se quedan a cuadros…. Y yo para intentar comprender la escena incomprensible, vuelvo al pick-up con los niños que siguen alucinados….Les digo que a dormir y me dicen que no, que me vuelva a subir al cajón y me quede con ellos….Les dejo 15 minutos más…. Y al final aceptan que es tarde aunque la pelí está a medias. Encantadores, os lo juro. Y se arropan allí sobre el cajón de la furgoneta y se echan los 4 a dormir.
Me vuelvo a mi tienda mongola, todos duermen y me pongo a escribir mi relato, para no olvidar ni un detalle. Son las 00.30 de la noche, estoy aquí afuera para no molestar a mis colegas, una noche mágica, una ligera brisa, algún que otro relincho de algún caballo que tengo a escasos metros cuando de repente escucho en la oscuridad unos pasos y me quedo petrificado, pues no son pasos humanos.
Parece un animal y algo pesado, por las pisadas….Y enchufo con mi frontal al frente, y me encuentro a tres metros un enorme perro negro con cabeza de King-Kong y ni me muevo….Creo que es uno de los perros guardianes de la familia mongola…Le llamo, le tiendo la mano y agacho mi cabeza en señal de sometimiento…Y se acerca, me huele, me lame la mano y ni corto y perezoso se mete en la tienda en la que suelen dormir los niños que no están….Estamos nosotros.
Parece que está haciendo la “ronda de guardia”. Le miro mientras huele todas las camas sin que mis colegas se despierten….Creo que les daría un infarto si en ese momento abrieran los ojos….Le llamo y sale para afuera, le acaricio y pone su enorme cabeza con babas incluidas sobre mi ordenador, para que siga acariciándolo. Me echo para un lado con la intención de terminar el relato y el perro se sienta primero y luego se tumba a mi lado, justo en la entrada de la tienda…..
Y miro a la luna, huelo el aire, veo el fondo de las montañas y me embarga la emoción……Y me digo a mi mismo….que soy un privilegiado por estar ahí y por darme cuenta. Y me pongo a llorar “un poquito”…