25.-Ulan Bator( UlaanBataar)-parte 2: Una ciudad PELIGROSA, MUY PELIGROSA.

Segundo día en la ciudad. Ya provistos de un buen plano, nos lanzamos a explorar la city, algo caótica, mal diseñada y sobre todo mal señalizada. Mezcla de edificios de la época soviética, con edificios modernos, con multitud de restaurantes-bar-pub medio vacíos (no hay tantos guiris la verdad….), macarras por las calles y mujeres desbordantes de tacón de aguja, maquillaje y ropa de marca….barata y de imitación.

Me tomo la tarde libre de mi colega y de nuestras conocidas inglesas y me permito perderme por las calles, con la intención de descubrir lugares nuevos, que no vienen en la guía. Encuentro algunas cafeterías interesantes, pequeños oasis donde reposar del calor, del mogollón de gente, de la fealdad a veces de la ciudad. Pequeñas cafeterías limpias, bien cuidadas y atendidas, donde se puede comer algo sin picante ni sabores fuertes, beber una cerveza fresca con tranquilidad, sin ruidos, ni humos, ni nadie molestando. Tienen su pequeña biblioteca, Wifi, camareras atentas, correctas, discretas, manteles limpios, buena luz….En fin, algo que se agradece en Asia tras a veces tanta suciedad, informalidad, sabores y olores desbordantes, visiones crueles, humos, ruidos sin compasión y demás molestias.

Descubro algunas librerías interesantes, e incluso consigo comprarme una guía de Mongolia de Lonely Planet ( que no tenía…), en inglés ( no queda otra….),  por unos 9 euros, de segunda mano…Todo un chollo la verdad. Andaba un poco perdido sobre el país, me ha pillado el viaje un poco por sorpresa, con aquello de improvisar e ir sin planes,  no tenía apenas información y me quiero poner al día, cogerle el pulso, vivir el ambiente, intentar asimilar y comprender a este pueblo nómada que anda un poco confuso con tanto 4X4, coca cola con vodka, bonitos escaparates y cinturones Dolce Gabana.

Al atardecer me he vuelto a encontrar con mi socio, y hemos decidido ir a un lugar especial de la ciudad: El Mercado central o llamado también Mercado Negro, conocido como o ZAX en mongol.

En la guía se hace hincapié en que hay dos sitios peligrosos en la ciudad: la estación de trenes y el Mercado negro. Nosotros dormimos en un hostel cerca de la estación y nos faltaba el “otro punto” para completar el peligro total….

Bien, aquí todos recomiendan no ir y si se va, sin nada en los bolsillos y con cuidado con los carteristas y demás personajes sospechosos. Y al fin y al cabo, todo lo prohibido atrae un poco y debido un poco a mi carácter algo “curioso” pues propuse ir.

Se coge en el centro el bus 23 frente a la plaza de Sukhbaatar que cuesta unos 20 céntimos de euro y se baja uno en una explana que da miedo….Abarrotada de gentes, carriles terrizos con barro que dan a una inmensa explanada con miles de puestos de todo tipo de cosas, comida y ropa, chatarra, se venden coches usados y destartalados, motos con sidecar, Yurtas ( tiendas nómadas mongolas, llamada Gers, por 600 euros…una maravilla…), animales, antigüedades etc…Una especie de mercadillo pero a lo bestia, a lo sucio y a lo sórdido.

La entrada para todo el mundo es a través de un gran agujero en un muro que rodea la zona….Me recordó la película Mad Max 3ª parte, esa en la que el mundo está hecho un desastre, falta gasolina, con personajes extraños, merodeadores, vehículos destrozados, gentes tiradas por el suelo totalmente borrachos, vertidos por las esquinas, gente con enormes bolsas recogiendo botellas de plástico, bidones….Vendedores, algún tipo con uniforme de camuflaje, hombres descamisados, mujeres con la mirada cansada y dientes de oro, niños sucios rapados al cero, gentes sudando, otros lamentándose….Total, una visión apocalíptica.

Nos metimos la pasta y el pasaporte en los calzoncillos. Íbamos algo tensos, sudando, bebiendo botellas de agua para evitar deshidratarnos, calor asfixiante, mochilas al frente en lugar de a la espalda y miradas atentas.

Deambulamos por  el lugar y decidimos que era la hora de volver. Empezaría a oscurecer en breve…Así que iniciamos la vuelta y volvemos a pasar por el gran agujero del muro…., y aquí empieza el show….Un borracho se pega a mi socio y le da la” paliza” en varios idiomas, no le deja agobiándole con qué le dé dinero,  mientras veo a otros mirándonos con malas intenciones….El carril terrizo de vuelta lleva ahora menos gente y pronostico que vamos a tener problemas por como nos miran algunos….Los veo mal, agresivos, anestesiados por el alcohol, con una mirada realmente preocupante, peligrosa…Descamisados, con cicatrices en la cara, en los brazos….Grandes cicatrices, símbolo de una vida muy perra….

Y confieso que mas que preocuparme empiezo a tener algo de miedo, pues esa mirada la he visto en Sao Paulo, en algunas calles de Phon Phen en Camboya, en el metro de Nueva York y en algún callejón de Moscú. La mirada perdida, con la pupila dilatada por el alcohol, el pegamento o  el vodka peleón. Es una mirada realmente torcida, oscura, que delata mala intención.

Llegamos a la explanada de la parada de autobús, e inmediatamente detecto con ese instinto de animal, a 2 tipos con unas ganas tremendas de problemas. Se dedican descaradamente a observar a las mujeres con bolso, tirándoles primero con una elástico  colillas que encuentran en el suelo, para molestarlas y ver como reaccionan. Aquí nadie se inmuta, la gente sigue su marcha, no se para, se ponen en grupo, unos pegados a otros, con animales asustados con el muro de un edificio pegado a la espalda, como si tuvieran miedo de un ataque por la retaguardia. Los autobuses pasan, se paran unos segundos, la gente sube rápido y se marchan….

Hay varios números que van a distintas partes de la ciudad, por lo que siempre hay gente en la parada. Temerosos todos. Los dos tipos, jóvenes, mal vestidos, mal encarados tienen una actitud desafiante, descarada y provocativa, como si fueran los dueños del lugar. No es mi territorio, soy extranjero y lo último que quiero son problemas. Miro a mi colega y nos decimos con la mirada que cuanto antes nos vayamos de allí, mejor. Me relajo unos segundos, ando algo distraído, y cuando me doy cuenta tengo a un tío delante de mí, dándome la espalda, pegado prácticamente y noto como con su mano me está palpando el bolsillo de mi pantalón en busca de la cartera. Me quedo alucinado con el tipo, el sigilo con que se ha acercado y lo cutre que ha sido en la “operación de toqueteo”, como si le importara un bledo que yo me diera cuenta, como imponiéndose de cualquier manera. Me separo hacía atrás y le pego una “colleja” en el cuello con todas mis fuerzas…Así, de forma impulsiva, con coraje y con muy mala leche. El tipo se vuelve algo confuso e incrédulo. Es un joven de unos 16 años, con una cara de hijo de la gran puta impresionante.( perdón de nuevo por la expresión….pero no puedo describirlo de otra forma….) La cara llena de pequeñas cicatrices, labios gruesos, ojos de esos de mirada perdida, descamisado y los antebrazos llenos de cortes “carcelarios” ( los presos de todos los países del planeta, cuando no soportan estar metidos en las celdas, se autolesionan haciéndose multitud de cortes en los brazos, con lo que pillan, cuchillas, trozos de metal o cristal….Son cortes superficiales, decenas o cientos, de forma que brote mucha sangre y de esta forma sean trasladados al hospital y poder así aliviar de alguna forma la desesperación a veces de la celda. Estos cortes están a la vista, ya cicatrizados y formando callos, ya que se los producen en infinidad de ocasiones, llegando a ser un símbolo de hombría,  de fortaleza y a la vez de crueldad, de sufrimiento, de violencia. Un auténtico estigma carcelario). En décimas de segundo le ví los dos antebrazos….tenía callos, no cicatrices. O sea, que era un tipo bastante peligroso y violento, un animal. Tenía un compinche detrás de mí. Mi colega me aviso. El tipo se mantiene algo confuso al principio, luego empieza a mostrarse contrariado y termina por darle la camiseta que llevaba en la mano al compinche y se viene hacía mi con la intención de agredirme.

Ni me muevo, se me pone a escasos centímetros y me empieza a amenazar con que me va a matar, haciendo amago de sacar un cuchillo e hincármelo, haciendo gestos con las manos. Y empieza a montar en cólera, dándose cuenta que no solo le he sorprendido, sino que le he dado un sopapo en el pescuezo y eso en un “menino de la rúa” pues es una ofensa de las gordas, sobre todo cuando tiene que demostrarle a sus colegas que tiene un par bien puestos y que aquello no puede quedar así.

No sé como, lo juro, me muestro impasible, ni me muevo, le miro a través de mis gafas negras, procuro que no me vea los ojos para desconcertarlo y mantengo la tensión en mi cuerpo, preparado para cualquier movimiento, pero no reacciono. Igual me protege mi Dzi ( amuleto tibetano), me digo…..

La gente de la parada estaba paralizada, incrédula. Nadie movía un dedo. El tipo seguía creciéndose y encarándose. Mi colega tras de mi cubriéndome la espalda. Perdemos de vista a los otros dos. Este requiere demasiada atención, y el tipo está  cada vez más violento, mas cerca…., le digo que se aparte pero no le toco….mantengo mi posición, mi lenguaje corporal…..Se puede palpar la tensión y pienso…El que pega antes pega dos veces…El adolescente,  a pesar de los pesares, no sabe si yo de alguna forma soy también un “menino de la rua”, peligroso……Y me mantengo inmóvil mientras veo que la cosa se está complicando por momentos….Aparece de repente el autobús nº 20, el nuestro….Para y  la gente se agolpa en la entrada y veo en ese momento como otro de los tipos va como para cortarnos el paso….Pero no, va a robarle el bolso a una mujer mayor….Mi colega me dice que salgamos pitando y nos vamos hacía el autobús, estos dos que se quedan paralizados por un momento, mientras nos subimos al vehículo,  le pego un manotazo a uno de los colegas, el que estaba intentando quitarle el bolso a la mujer, y conseguimos subir, mientras vemos que el tipo que se me había encarado coge una piedra del suelo para tirárnosla….El autobús como por arte de magia inicia la marcha y nos alejamos poco a poco de ese gran foco de mierda y miseria que es ese Mercado Negro y sus alrededores. Miro a la gente en el interior del bus. Nadie dice nada, todos miran al frente, asustados, incrédulos y resignados ante la dureza de la vida en esa ciudad. Ni un puñetero poli por los alrededores…..

Volvemos al centro. Estoy agotado por el día, por la tensión y por tanta fealdad, tanta crueldad, tanta injusticia. Mi colega tiene ganas de andar e inicia la vuelta al hotel desde el centro a nuestro alojamiento, a 20 minutos caminando. Estoy tan cansado que decido ir en bus. Este me deja en la estación de tren, a 200 metros de nuestro hotel. Está ya oscureciendo. El panorama es desolador. Hombres tirados literalmente por el suelo, borrachos hasta morir….Antiguos nómadas que han perdido el contacto con sus raíces, con la tierra, con la naturaleza….Niños mendigos y agresivos, adolescentes de las cloacas, del subsuelo,  a la expectativa, con “esa” mirada vacía”, siempre actuando como una jauría de perros, en grupo, siguiendo al líder y atacando a la presa más débil, más accesible, uno de frente y los demás por la espalda y los laterales….

El panorama asusta de verdad, incluso a mi, que tengo el alma ya algo curtida de haber visto y vivido tanta miseria, abusos y violencia a lo largo de mi existencia. El ambiente es realmente cortante. Se puede sentir el peligro, la hostilidad del entorno y de sus gentes. Grupos de vagabundos alcoholizados, sucios, algunos delirando….La gente “normal” ni mira…viven inmunes a todo ello, temerosos.

Me encuentro a mi colega que llega a la misma vez que yo al hotel por otra dirección y caminando. Me cuenta que el viaje de vuelta ha sido algo peligroso también, con grupos de adolescentes de las cloacas intentándole agobiar mientras volvía por uno de los parques…..

Aquí ocurre como con los vampiros. Al caer la oscuridad, sale a la superficie todo lo que está escondido en las cloacas el resto del día…Y de verdad que aquí, en Ulaan Bataar  es donde más claro lo he visto. Son los auténticos zombis de la ciudad. De hecho cuando oscurece se ve a la gente retirarse hacía sus casas con ciertas prisas….Y a estos salir de sus agujeros.

Hace 20 años esta ciudad era considerada la más peligrosa del mundo. Hoy no sé, pero el  panorama es desolador….