6.-Tagong: Una noche terrible. 29 Junio 2010

  

 Me acosté  con un poco de frío. La temperatura había descendido bastante, la habitación estaba húmeda y no me encontraba demasiado bien. Tenía un pequeño dolor de cabeza propio del MAM ( Mal Agudo de Montaña o  mal de altura), lo normal en estos casos…

Me puse a escribir y cerca de la medianoche apagué la luz con la intención de dormir. Pero tras un corto sueño me desperté muy mal, con un dolor insoportable de cabeza y con ganas de vomitar. Pero lo peor era el dolor de cabeza. Parecía que me iba a estallar. El corazón andaba más acelerado de lo normal debido a la menor presión atmosférica, me costaba respirar y, realmente, entré un poco en pánico, deseando salir de allí corriendo y bajar unos 500 metros de altitud para que se me pasaran estos síntomas. Pero… ¿a dónde ir? Era imposible hacer nada, tan sólo soportar el dolor y “aguantar el tirón”…

Identifiqué todos los síntomas del Mal de altura: cefalea, mareo, náuseas, dificultad para respirar, irritabilidad e insomnio. Me sentía confuso, irritable, con unas ganas terribles de vomitar y el dolor insoportable de cabeza. Tuve miedo, pues algunas personas mueren por esta causa aunque la altitud esté entre 3.500 y 4.000 metros. No pegué ojo en toda la noche,  estaba deseando que amaneciera. Y sobre las 6 de la mañana decidí levantarme. Apenas podía hablar, no podía moverme, estaba totalmente destrozado, agotado, aturdido, con ganas de desaparecer de allí.

 Me levanté como pude, tardé una eternidad en vestirme, me fui al cuarto de baño e intenté vomitar pero no podía. Al volver por el pasillo, me tuve que tirar al suelo, coger una papelera y a cuatro patas empecé a dar arcadas, vomitando, pero muy poco (como en una “tajá” de las malas…). Sentía que me  iba a estallar la cabeza.

Mejoré un poco y bajé con los demás a intentar desayunar.

 Me tomé un té especial que preparan los tibetanos para el Mal de altura, una tetera entera enorme, con hierbas medicinales, bayas de Goyi, etc. El sabor no era demasiado bueno y además me empecé a encontrar cada vez peor. Me aseguraban que mejoraría, que siguiera bebiendo y  que luego me acostara.

Bebí 4 tazas y no pude más, volví a la habitación y de nuevo no llegué. Me tiré al suelo y empecé a vomitar sobre una papelera. Me quedé exhausto y me metí en la cama enseguida, totalmente vestido, sin perder un segundo.

Me levanté dos horas mas tarde completamente restablecido. Me pareció increíble. Funcionó ese potingue tibetano. Me quedé sorprendido, aliviado y agradecido, pues nunca me había ocurrido nada similar subiendo a estas altitudes. Si bien el problema esta vez más bien se debe a que subimos los 3.500 metros de un solo golpe, sin aclimatación previa, cuando lo prudente es hacerlo gradualmente. No es nada recomendable, lo sabía, no es la primera vez que iba a la montaña, pero a unos  afecta de una forma y a otros de otra, y depende del momento físico y un montón de pequeñas variables. Posiblemente anoche comí algo que me sentaría mal, sumado al cansancio y la altitud.

Otra tibetana del lugar me recomendó otra receta médica, y ésta ha sido todo un descubrimiento:

Hervir Coca-cola con jengibre troceado…, así tal como suena. Me lancé a la aventura, a ver qué tal resultaba y… ¡sorpresa! no sólo sabe bien sino que es cierto que funciona. Me he tomado dos tazones enormes, el sabor me ha “embaucado”.

Igual es el efecto “placebo”, pero lo cierto es que poco a poco me fui sintiendo mucho mejor… Puedo “certificar” además que alivia  el dolor de estómago… Ya se sabe que la Coca-cola la utilizan algunos fontaneros para desatascar cañerías y quitarle el óxido a los tornillos…

Mochileros, trotamundos y demás montañeros: tomad nota. Ayuda, también, el creérselo un poquito…

Por cierto, si tienes algún  problema con los dientes o  muelas….Clínicas y dentistas al aire libre……………………¿ Te atreves….?

  1. sabina says:

    Recuerdo que de niños nos daban coca-cola muy fría para parar los vómitos y ¡funcionaba!
    Es posible que el mal de páramo (mal de altura) te haya afectado más por no haber comido en todo el día.