5.-CARRETERA SICHUAN-TÍBET: COMIENZA LA AVENTURA
28 Junio 2010
Abandonamos Chengdu, la capital de Sichuan, que carecía totalmente de interés, y nos dirigimos ya al Tíbet más profundo.
El PSB ( Public Security Bureau) es el nombre que se le da a la Policía china y se encarga a partir de aquí de que ningún extranjero viaje sin permiso a la Región Autónoma del Tíbet ( RAT) , … Imposible colarse, pues uno se arriesga a ser detenido sin compasión y ser deportado o algo peor, en especial si se simpatiza públicamente con la causa protibetana.
Nos levantamos a las 6.30, recogemos la ropa que lavamos el día anterior y aunque está húmeda, la empaquetamos en la mochila, nos tomamos un té, pagamos la cuenta, nos tiramos a la calle que a esa hora es ya un hervidero de vehículos, motos y bicicletas. Asaltamos un taxi que nos enfila a la estación de autobuses de Qichetan ( Chichetán en castellano) y tras sortear a la multitud, nos metemos en un minibús que sale de allí puntualmente, con todos sus asientos ocupados. Pagamos cada uno unos 12 euros al cambio por un trayecto de 200 kms., 7 horas a través de las montañas. Subiremos hasta los 2.636 metros de altitud hasta alcanzar la ciudad de Kangding, que tras leer algunas cosas sobre el lugar, decidimos sobre la marcha cambiar el rumbo y seguir más adelante al siguiente pueblo llamado Tangong 3.200 metros.
El viaje es medianamente confortable, aunque percibimos que va a haber problemas por lo que llueve y por el agua que baja con furia de las montañas. Las carreteras comienzan a estar en mal estado, con trozos de pavimento sueltos, derrumbe de tierras, etc. Vamos sorteando un tráfico completamente alocado, pues aquí no se respeta ninguna norma ni señales, se adelanta cuando se puede y tiene prioridad el camión sobre el turismo, éste sobre la moto y la moto sobre el peatón. Este es el orden jerárquico y no hay más normas excepto la de tocar el claxon todo lo que se pueda e ir a la máxima velocidad. Aquí ni campañas de Tráfico ni “ná”…
La experiencia más “ excitante” es circular en una carretera a 2000 metros, viendo unos acantilados de muerte de varios cientos de metros, con un río enorme enfurecido que lleva miles de litros por segundo, y como el que adelanta te echa al arcén, que por cierto, no existe. Mientras tu miras acojonado como el conductor está hablando por el móvil y conduciendo con una mano… “Acojonante” en el sentido del pánico que te invade… Pensando por dónde vas a intentar saltar si el autobús se despeña… De cómo reconocerán los cuerpos, de cómo lo encajarán en España, etc.
El monzón se lleva todo por delante. Montañas enteras. Hemos visto en la TV graves inundaciones por esta zona con cientos de muertos, y cuando aquí ves llover y ves lo que baja por la montaña, da miedo de verdad.
Llegamos a la estación de Kangding y nos asaltan unos tibetanos que nos quieren timar. Que si la carretera está cortada, que hay problemas, etc… Hemos conocido a dos irlandeses muy majos en el bus, Mike y Orla, gente simpática, sencilla y risueña, y decidimos con ellos buscarnos una alternativa, ya que nos parece cara la oferta que nos hacen, así que “pedimos refugio” a unos monjes que nos llevan a otro lado de la ciudad caminando, donde contactamos con un mafiosillo que nos cobra 5 euros por cabeza para un taxi colectivo, y hacer el trayecto hasta Tangong, de unas 3 horas, subiendo ya a 3.200 metros. Ya notamos un poco el mal de altura, nos cuesta respirar, no tenemos hambre, nos entra sueño y respiramos con dificultad. No hemos comido nada en todo el día, pero estamos bien.
El tipo nos lleva a una velocidad terrible sorteando todo tipo de obstáculos y colgado al móvil, hasta un lugar donde hay un montón de camiones en el arcén. Hay un gravísimo desprendimiento de la montaña que ha cortado la carretera por completo. La Policía impide el paso y hay cientos de obreros y máquinas intentando reparar el desastre y nos toca esperar una hora en la carretera, donde aprovechamos para charlar con los tibetanos… gente muy maja, amable, tímida, sonriente… todo les hace gracia, cómo vestimos, las mochilas que llevamos, la cámara de fotos, cómo hablamos…
La Policía nos da paso y recorremos 1 kilómetro caminando hasta el otro lado de la carretera que se encuentra totalmente destruida. Ahí esperan cientos de vehículos a poder pasar a nuestro lado y otros cientos para recoger a todo el que viene de abajo. Nos metemos 8 en una especie de vehículo (Paoche) parecido una furgoneta pequeña, y continuamos nuestro recorrido hacía las montañas. Sigue lloviendo y el paisaje es ya increíble, con montañas imponentes, ríos caudalosos, bosques, tibetanos con sus gorros y sus trajes típicos, Yaks en la carreteras ( el equivalente a nuestras vacas), manadas de caballos, grupos de perros mastines que utilizan para los rebaños, pueblos sucios pero encantadores, la calzada que se pierde de nuevo y se convierte en un barrizal o en un terrizo, camiones que se cruzan de forma alarmantemente temeraria, y el mal de altura que se manifiesta con más intensidad, sobre todo el dolor de cabeza y la dificultad para respirar.
Cambiamos de vehículo en uno de los pueblos de tránsito, y nos metemos ya en un turismo minúsculo, 5 personas con las mochilas enormes, las pequeñas, bolsas de comida, botellas de agua, etc… Parece mentira que pudiéramos meterlo todo en un utilitario de ese tamaño.
Llegamos a las 8 de la tarde a nuestro destino Tagong… 3.500 metros. Típico pueblo tibetano alucinante, como si hubiéramos aterrizado en otro planeta…Tenemos el tiempo justo de buscar un hotel y salir a comer algo. El hotel cierra sus puertas a las 22 horas. Comemos, como no, de nuevo arroz con verduras y sopa de fideos, un par de cervezas, damos un corto paseo por la única calle de pueblo de nuevo al hotel, donde caemos rendidos con malestar por la altura.
El hotel Sally´s Khab Restaurant es algo cutre pero limpio. Una gran casa tibetana transformada en hotel, con finas paredes de madera que separan una habitación de otra y que por su puesto se escucha todo. Una ducha común sin puerta, con una cortina, un inodoro aceptable, con un agujero en el suelo, tipo oriental… Aunque bastante limpio, sin olores fuertes. Las habitaciones espartanas, sin mobiliario, algo frías y húmedas. Lo justo para dormir y asearse un poco. No se puede pedir más por 5 euros la habitación doble… No ?
Mañana será otro día tras casi 12 horas de trayecto y subir a esta altura en un sólo día. Se percibe un buen ambiente en los alrededores, diferente a la monstruosa ciudad de la que salimos. El aire es más limpio y fresco, hay más luz. La temperatura ha bajado bastante pero es un lugar realmente magnífico. Cuando miramos el mapa y nos situamos, realmente nos sorprendemos. Estamos en pleno Tíbet, en el Tíbet auténtico fuera de los circuitos turísticos de trekking por el Himalaya… Y esto no ha hecho más que empezar.