22.-Pekín ( Beijing): Una CIUDAD MONSTRUOSA.

Pekín o Beijing, ciudad monstruosa. 13 millones de habitantes en la ciudad. 30 millones de habitantes en el área metropolitana. Llegamos de noche, sobre las 23.00 horas. Y el viajero sabe que a esa hora llegar a una ciudad, significa tener algún que otro problema, fundamentalmente con el hotel. Está prácticamente todo “full”, completo. La gente recogida, las habitaciones ocupadas y lo que queda es la “morralla” o cosas muy caras. Fue nuestro caso. Suerte que mi colega tuve la precaución de hacer una reserva de ultima hora por Internet y eso nos salvó.

Frente a la inmensa estación de ferrocarril hay multitud de hoteles y pensiones, gentes que ofrecen habitaciones. Logramos alcanzar nuestro hotel (Beijing City Central Youth Hotel) , inmenso cientos de habitaciones, sala de Internet, bar, restaurante etc. Bastante bien equipado. El personal poco colaborador, serio y “mala pipa” como todo el personal chino que nos hemos encontrado. Alguno habla inglés, lo cual agradecemos, pues la comunicación es un problema y gordo en este país.

Pagamos unos 18 euros la habitación sin baño. Algo caro, pero estamos ya en la capital. Y aquí ya notamos los precios. El taxi, las comidas todo es el doble. Nos habíamos acostumbrado a comer por 1 euro los dos!!! Pues ahora lo multiplicamos por 7!!! Eso si, comemos comida algo mas decente, bebidas frías y el ambiente del bar es espléndido y no tan sórdido como los restaurantes locales que no tienen ningún tipo de decoración, ni ambiente “agradable”, con  mesas donde la gente se sienta a “engullir” fideos o arroz y una vez terminan se marchan y dejan el sitio a otro. No es lugar para charlar, ni debatir, ni distenderse. Es una parada obligatoria para comer, sobrevivir y marcharse.

A la mañana siguiente Pekín amanece con un cielo plomizo y una densa niebla. No se ve el sol. La humedad es del 70% y la temperatura roza los 30 grados. La ropa se pega a la piel y sudas constantemente. El tráfico es bestial y la densidad de peatones inimaginable. De la contaminación, ni hablamos.  Es una locura, un ahogo. Cientos de miles de vehículos y miles de personas por las aceras. Se tarda una eternidad en cruzar una avenida. La máquina tiene prioridad sobre el hombre, no se respeta al peatón jamás. Hay policías en los cruces y unos auxiliares con banderas rojas, que llaman la atención a los peatones que cruzan sin autorización. Todo está bajo control. La Revolución Cultural. Presencia uniformada de soldados en posición de firmes, como estatuas, en las calles en las entradas al metro y en puntos estratégicos de la ciudad, por si el personal se “desmadra”.

En fin, una ciudad monstruosa como Sao Paulo, Bangkok, Nueva York, El Cairo o Moscú. El último lugar donde viviría. La sensación de opresión y a veces de falta de aire es agobiante, y comprendes porque la gente a veces pierde el control y hacen barbaridades….Entre la “sutil represión”  de la maquinaria estatal y la presión de un entorno tan hostil y antinatural, la cabeza falla y colapsa el resto de cuerpo y del espíritu, y se produce un bloqueo, un fallo del sistema y la gente enferma.

Hemos pasado un pequeño calvario para sacar el visado a Mongolia. No había nada claro, la propia embajada pedía entre otros requisitos una carta de invitación de un ciudadano mongol, cosa imposible de conseguir. Pues bien, al final no era necesaria la carta de invitación,  sólo hizo falta el formulario, una foto y pagar 55 euros, sobre todo pagar.

Somos conscientes que vamos a un país difícil, hostil, algo mafioso, de la órbita de la Ex Unión Soviética….. Y bueno, toca  hacer dos horas de cola en el distrito de la embajadas, donde algunos chinos no entienden de colas y se cuelan descaradamente y tienes que “llamarles la atención” pues los demás chinos se quedan callados….No vaya a ser que destaquen y los “fichen”….Total, que mañana tenemos los visados y marchamos en un par de días a Mongolia.

El ambiente nocturno en las zonas donde hay “big nose” ( nariz grande,  así nos llaman a los extranjero) está  tomado sutilmente por jovencitas que quieren conocer extranjeros en algunos casos, salas de “masajes” con final feliz. Ambientes algo sórdidos y duros por la supervivencia, querer salir de “allí” al precio que haga falta. Opresión, represión, y algunas sonrisas, pocas.

Menos mal que como en todas las grandes capitales, logro encontrar un pequeño “oasis” donde aislarme de todo y de todos, encontrar el silencio, el ruido de una fuente de agua en un pequeño bar, donde descanso y me relajo, y disfruto del momento. En el caso de Beijing son los famosos y turísticos “Hutones”.

Un hutón  equivaldría en nuestra ciudad a la parte antigua, la tradicional, con calles estrechas y peatonales, casas antiguas y de una sola planta….Como solía ser Pekín antes. Pequeños barrios maravillosos, remansos de paz donde el viajero se escapa, se esconde, contempla la vida pasar, escribe, rememora su pasado, echa en falta algunas compañías, pero disfruta del momento, del paso del tiempo, de ciertos olores. Aquí se mezclan chinos y extranjeros. El ambiente es relajado, “guiris” en bermudas con piernas peludas, italianos/as a la última moda, yankis de piel pálida con sus mochilas y siempre en grupo, algúnas turistas españolas “gritando” por las calles, alemanes y holandesas disciplinados mirando los tejados, los escaparates, coreanos haciendo fotos a todo….Y muchos chinos y chinas.

Algunos Hutones están muy bien conservados y rehabilitados, con pequeñas tiendas y restaurantes asequibles. Un ambiente realmente embriagador, con música sin estridencias, con tranquilidad, a un volumen perfecto para seducir, invitar a entrar, y reposar….Uno se olvida que está donde está…..Curioso, en una sociedad tan metódica y represiva aquí se vive un cierto ambiente de relajación y “libertad” con bastante parejas de mujeres, que se pasean juntas sin esconderse, de la mano, sin importarles el que dirán….Interesante.

Uno de los hurones más conocido Nan Luo Go Xian . Y aquí me encuentro, en el interior de uno de esos remansos de paz, un lugar especial con mesas de madera pequeñas, música tranquila, unos peces en el agua, el sonido de algunas voces en distintos idiomas, rostros pálidos mezclados con rostros de ojos rasgados, cordialidad, complicidad, serenidad. El lugar perfecto para sacar ese pequeño instrumento portátil que tanto juego me está dando, y teclear algunas líneas, en este momento algo mágico. Sería algo así como el momento anterior a toda “tormenta”. Mañana iniciamos nuestro pequeño periplo por tierras mongolas. A veces el sólo nombre de “Mongol” da un poco de miedo. Recuerda a las hordas de los hunos, a Gengis-Khan y Atila….  Por donde pasaban no volvía a crecer la hierba…Se decía…..

Mañana a primera hora dejamos esta ciudad. Existen avenidas inmensas, de hasta 12 carriles, donde circulan miles de coches sin interrupción, día y noche. Los peatones están abocados una vez que cogen una acera, a no poder salir de ellas durante cientos de metros. Hay vallas altas para no salir a la calzada, de forma que como un rebaño de ovejas en su afán de control y orden, los chinos caminan todos en la misma dirección, cruzando por pasajes subterráneos o elevados, lo cual obliga a nunca seguir en línea recta para no interrumpir el tráfico rodado, que aquí es una total prioridad. El peatón que se” joda”….Y que no se lamente….

Vamos a pasar unas semanas en Mongolia. Cogemos a primera hora el tren Transmongoliano, en un viaje de 30 horas que nos llevara a la capital, Ulan Bator, tras atravesar inmensas estepas y el desierto de Gobi. Un país tres veces el tamaño de España, con 3 millones de habitantes, el 30% nómadas, con herencia soviética, china y tártara, de religión mayoritariamente budista…..Total, una mezcla explosiva. Veremos a ver….De entrada hay sólo dos carreteras asfaltadas: la que une Rusia y la que une China. Todo lo demás carriles y desierto…..”Acojonante!”

  1. sabina says:

    El contraste entre la ciudad ruidosa y congestionada y los hutones ha de ser muy interesante. Definitivamente, Pekin en tanto que metrópolis no me llama para nada.