4.- Autobús al Yemen. حافلة إلى اليمن

Tras un par de día deambulando por Salalah ( Omán), decidimos marcharnos ya hacía Yemen, por lo que una húmeda mañana, volvimos a meternos en uno de estos autobuses,  preparados para una jornada de 14 horas por el desierto del Rub al-Jali ( Rub’ al Khali  الربع الخالي‎).
Pronto llegamos a la frontera yemení donde tras los correspondientes controles de nuestros pasaportes y visados, nos dejaron pasar. Éramos por supuesto los únicos extranjeros, y para ser sinceros, nos preocupamos un poco. La situación en el país era muy inestable, con guerras tribales y tensiones  que anunciaban de nuevo problemas en el sur.
Hace apenas 20 años, Yemen estaba dividido en dos. Yemen del Sur ( el único régimen marxista leninista del mundo árabe)y Yemen del Norte. Una guerra civil asoló el país, y ahora aparte de las constantes guerras tribales, sonaban tambores de guerra. Aún así seguimos adelante….No sé muy bien porqué,  la verdad….
Pasar 15 horas en un autobús yemení es  un espectáculo alucinante. El solo hecho de cruzar la frontera es determinante. El desierto es el mismo que en Omán, pero el panorama es bestialmente diferente. Aquí todo es muy pobre. Lo primero que llama la atención: Miles de bolsas de plástico de colores, por todos lados, volando por el desierto. Cabañas de adobe en mitad de este infierno de calor, algunas chabolas con soldados prácticamente desnudos portando en bandolera cargadores de munición y siempre el omnipresente fusil de asalto soviético AK- 47, símbolo de la guerrilla, de las revoluciones, fácil de manejar, tremendamente eficaz y barato cuando el negocio de la guerra interesa.
En este enorme desierto, no hay cobertura para móviles, ni siquiera gasolineras. Algún villorrio donde el autobús hace una parada, con la intención de que los pasajeros estiren un poco las piernas y hagan sus necesidades. Luchando contra un calor infernal, 45 grados a la sombra y una humedad del 10%, es decir, un aire seco que deja la nariz ardiendo. Apenas se puede respirar ,es tremendo. El lugar cutre, muy cutre. Algunos niños “salvajes”, hombres preparando la comida, y las escasas mujeres escondidas, tapadas en sus casas. Visito el water, que consiste como siempre en estos lugares, en dos tabiques laterales sin techo, un tabique frontal con una” pequeña ventana”…, y  mientras haces tus necesidades miras al horizonte…como si hubiera verdes prados y vacas suizas….y una puerta que apenas se cierra. Un gran agujero en el suelo lleno a rebosar de excrementos donde da asco siquiera mirar….Y ahí, hay que entrar, no se puede hacer nada en el exterior. No queda otro remedio. Contiguo por supuesto a este  habitáculo, una choza que dicen que es la cocina, es decir, donde preparan la comida…. y bueno….se mezclan los olores y esas cosas.
Pollo y arroz servido en grandes bandejas para comer en comunidad….6 o 10 hombres y niños, descalzos, en cuclillas, alrededor de la enorme bandeja,  pegando pellizcos al pollo y cogiendo puñados de arroz, ayudándose del pan sin levadura en forma de tortas enormes. El mas lento es el mas tonto y el que menos come…Nadie habla….todos comen…. y bastante rápido. No  es el momento de compartir experiencias. Es el momento de nutrirse para seguir sobreviviendo. Por supuesto las mujeres tienen otra habitación aparte para ellas y los niños. Nadie las ve. Allí al abrigo de miradas indiscretas, pueden levantarse el “ Niqab” ( نِقاب), el velo, en el caso del Yemen, una máscara que les cubre la cara en presencia de los hombres. También conocido en otras zonas del planeta como “Burka” ( برقع burqa) o “Hijab”( حِجَاب ḥiŷāb)

  Mi colega y yo nos damos una vuelta por la aldea a pesar del calor, para estirar las piernas. Se nos acerca un vehículo pick-up destartalado,  con dos hombres en su interior, parecidos a los que se pueden encontrar en la Palmilla de Málaga o las 3000 viviendas de Sevilla. Mal encarados, sin afeitar, morenos, con camisas abiertas hasta el ombligo, dientes de oro uno y el otro con la mitad de las piezas dentales, la boca verde llena de yerbas de Qat y portando cada uno el dichoso fusil de asalto y el cuchillo curvo “jambiya”( جنبية) al cinto. Se identifican verbalmente como Policías y nos piden pasaporte. Después de un ratito a 45 grados, se dan por vencidos y ya dan el aviso al siguiente puesto. Parece que desde que entramos, estamos ya fiscalizados por las autoridades. Y no sé si esto es bueno o es malo….
Volvemos al autobús. Los hombres acompañados de sus familias, es decir, esposa o esposas e hijos, siempre viajan apartados de los demás viajeros en las primeras butacas, y tienen prioridad absoluta. Si hace falta se mueven a todos los pasajeros de una butaca a otra. Las mujeres por supuesto totalmente cubiertas. Sólo se le ven los ojos a algunas…..45 grados, 15 horas de autobús sin moverse apenas, con dos o tres capas de ropa…y todo de color negro. La verdad, es que es terrible. Los hombres escoltándolas con bastante celo como si fueran ganado, y siempre mirando de reojo por si estás observándolas…..Para nosotros, a pesar de haber estado varias veces, bastante desconcertante. Uno no se acostumbra a esa situación anacrónica y cercana a la esclavitud, según nuestra visión occidental. Pero estamos en tierras del Islam ( دار الإسلام , Dar al-Islam) y mal que nos pese, habrá con respetar las tradiciones. Al fin y al cabo, estamos de visita, y somos unos “Kafir“(كافر ,kāfir), es decir, unos infieles….